Joe Biden decidió finalmente bajar su candidatura y darle su apoyo a la vicepresidenta, Kamala Harris, quién competirá por el partido azul para poder derrotar a Donald Trump.
Biden al final aceptó lo inevitable. Su renuncia a la reelección trajo un instante de alivio en las filas demócratas, pero una rara sensación quedó flotando en el ambiente. A menos de tres meses y medio de las elecciones del 5 de noviembre y con un Trump en estado de gracia tras sobrevivir a un intento de asesinato, no hay mucho tiempo para revertir una situación tan adversa.
Más allá de la virtual nominación de la vicepresidenta Kamala Harris como nueva cabeza de fórmula, la palabra que más se menciona en los ambientes políticos del gobierno es resignación. “El daño está hecho. El barco es un Titanic que cruzó el punto de no retorno”, afirmó el analista internacional Erick Fajardo.
Ahora, los círculos de poder demócratas parecen más comprometidos en realizar un minucioso plan de control de daños. La presidencia está lejos. El objetivo está hoy en el Capitolio: los demócratas buscarán mantener a toda costa su mayoría en el Senado.
El primer paso fue dado. Biden tardó en entender que no estaba física ni mentalmente capacitado para enfrentar una campaña tan dura contra un rival que luce hoy invencible y al que le sonríen las encuestas. Algo pasó entre el jueves y el domingo. El covid positivo que lo obligó a aislarse en su residencia de Delaware fue el punto de inflexión en su empeño por buscar la reelección. Tiró la toalla, quizás por consejo médico o por presión familiar. Su resistencia no daba para más ante la creciente ofensiva de los pesos pesados del partido, como Nancy Pelosi o el propio Barack Obama.
Ahora empieza una nueva campaña. Los más optimistas recuerdan que el partido estaba al borde del knock out en las elecciones de medio tiempo cuando los republicanos se aprestaban a arrasar al oficialismo en el Congreso. Pero finalmente los demócratas mitigaron los daños y lograron conservar su escasa mayoría en el Senado. La Cámara de Representantes siguió en poder de la oposición. Fue un enorme éxito para el gobierno de Biden y una durísima derrota para Trump.
Pero ahora el contexto luce muy distinto. “Entre la reticencia de Biden de dejar la candidatura y las enormes presiones sobre la imagen del gobierno, ya se ha comprometido la elección de presidente. El Partido Demócrata está en modo control de daños para las dos cámaras” del Congreso, dijo Fajardo.
Por ello, el partido es consciente de que no se puede perder más tiempo. En principio, habría consenso en el nombre: Kamala Harris sería la elegida. Biden ya la señaló como su sucesora. Bill y Hillary Clinton la respaldaron. A simple vista, no hay dudas de que ella será la candidata, más allá de que los 3900 delegados que deben ungirla oficialmente tienen perfiles muy variados y son virtualmente desconocidos para el gran público.
Además, el partido aun debe decidir si es conveniente aguardar hasta la convención nacional que comenzará el 19 de agosto en Chicago. Falta mucho tiempo. Los demócratas no pueden darse el lujo de regalar casi un mes de campaña sin candidato. Una votación virtual, a inicios del mes próximo, sería una salida, aunque no son pocos los que advierten que la maniobra no sería todo lo transparente que el momento político requiere.
La primera reacción llegó desde el Comité Nacional Demócrata. ”El trabajo que debemos realizar ahora, si bien no tiene precedentes, es claro. En los próximos días, el Partido emprenderá un proceso transparente y ordenado para avanzar como un Partido Demócrata unido con un candidato que pueda derrotar a Donald Trump en noviembre”, dijo en un comunicado el presidente del Comité, Jaime Harrison.
Barack Obama pidió elegir a “un candidato extraordinario”, sin mencionar a Harris. Las alarmas se encendieron. El peor escenario interno sería una disputa entre varios candidatos por el lugar de Biden.
Pero el gobernador de California, Gavin Newsom, el aspirante presidencial de mayor peso, anunció su respaldo a la vicepresidenta. ”Con nuestra democracia en juego y nuestro futuro en el punto de mira, nadie está mejor posicionado que la vicepresidenta de Estados Unidos @KamalaHarris para oponerse a la visión oscura de Donald Trump y guiar a nuestro país en una dirección más saludable”, escribió en la red social X.
Para Fajardo, Newsom era el mejor candidato. “Kamala representa continuidad y los tiempos demandaban una figura comunicacional como la de Newsom, alguien con capacidad de movilizar el aparato partidario en medio de la crisis. Es un experto en administrar crisis y podría revertir la debacle”, concluyó.